Me llamo Miguel, tengo 23 años, y
he padecido lo que a mí me parece un serio problema. Todo empezó con esos catálogos
de venta por correo que le llegaban a mi madre cuando yo apenas tenía 12 años.
Al principio llegaban y veía que eran de ropa de mujeres, lo cual no me
interesaba para nada, pero un día vi que entre vestidos y blusas había una
sección de lencería. Cuando vi aquellas increíbles modelos, específicamente
escogidas para quedar increíblemente sexys en aquellos camisones repletos de
transparencias, conjuntos de medias, tanga y sujetador de encaje, no pude más
que tener una erección de lo más potente. No sabía muy bien lo que pasaba, pero
ver a esas mujeres en lencería me puso como una moto. Tiempo después, un día
que estaba solo en casa cogí uno de los catálogos, y al cabo de un rato me empecé
a masturbar. Al cabo de un par de minutos acabo llegando un momento que cambio mí
vida para siempre: tuve mi primer orgasmo. Fue brutal, así que seguí mirando catálogos
durante toda la tarde. Me encantaba, así que me masturbaba varias veces al día,
y así durante meses. A escondidas cogía los catálogos de ropa que tiraba mi
madre a la basura y me masturbaba con la sección de lencería. Con el tiempo,
apareció internet en casa, y yo buscaba películas para bajarme y verlas a
escondidas.
Era una locura, pero más locura
era que no me interesaba realmente por tener sexo real con una chica, siempre
estaba más interesado en hacerme una buena paja con el porno, no me interesaban
las complicaciones con las chicas, con las que además no tenía mucho éxito.
Pero los años fueron pasando, y digamos que el reloj biológico empezó a sonar,
y empecé a buscar novia, sin éxito, hasta que un día me di cuenta de que tenía
un problema serio: Era adicto a la masturbación y al porno. Cuando salía y
conocía a una chica, esta no me atraía lo suficiente, porque yo en cuanto tenía
ganas me masturbaba, pero sobretodo porque no era como las de las películas
porno. Si una chica quería echar un polvo conmigo, yo siempre me acababa
rajando, por miedo a no cumplir.
Así que un día me fui de putas, y
lo que me paso es que no conseguimos que se me pusiera dura, por mucho que lo intentáramos.
Sin embargo al llegar a casa, me pude masturbar con mi pornografía como
siempre. Después de unos meses de reflexión, intentar dejar la pornografía y no
conseguir buenos resultados, acabe en la consulta de mi médico, que me dijo que
tenía un problema de asociación de estímulos, que mi cabeza no era capaz de
asociar el estimulo sexual con una mujer real, debido al fuerte vinculo que
había creado viendo porno, así que me mando a ver una sexóloga.
La doctora Sanz es una mujer de
unos 45 años, 1,70 de estatura, pelo rubio, ojos marrones y la verdad es que
aunque no está mal, tampoco es una mujer de bandera a simple vista, es más una
de esas mujeres que tienen ese don de ser agradables, y que te tranquilizan en
cada instante con sus palabras, como si todo lo que dijera fuera música para
tus oídos.
Nada mas comentarle lo que me
pasaba, me comento que era un problema que empezaba a ser de lo más común en
las nuevas generaciones, ya que al encontrar una manera de satisfacernos por
nosotros mismos, no desarrollamos la necesidad de una mujer en su aspecto
sexual, pero si desarrollamos una necesidad de relacionarnos con una mujer. Todo
lo que me mando hacer fue borrar y tirar toda la pornografía que tenía, además
de dejar de masturbarme. Así estaría una semana hasta la siguiente visita que fuera
a hacerla.
No me fue complicado tirar toda
la pornografía, pero teniendo el maravilloso mundo online, apenas tarde 3 días
en volver a tirar de él, y como ya había fallado un día, lo volví a repetir 2
veces más antes de ver a la doctora otra vez.
Al llegar a la consulta fui
sincero con ella, y ella me dijo que la única manera de sacar esto adelante era
tomarme todo el tema en serio, que aunque ella entendía que se puede recaer,
hay que hacerlo y punto.
Durante la semana siguiente
aguante casi toda la semana, pero volví a caer el día antes de ir a verla. Ella
me repitió que me lo tomara en serio, que si no era mejor dejar la terapia.
La semana siguiente me sucedió
algo que hacía años que no me sucedía, soñé con la doctora Sainz, y que tenia
sexo con ella, así que cuando me desperté no pude evitar volver a masturbarme.
No pude evitar pasarme el resto de la semana masturbándome, pero ahora cuando
me masturbaba viendo porno, me la imaginaba toda seria, masturbándome ella y
diciéndome que eso estaba muy mal, y que tenía que follarmela de verdad.
Cuando llegue a la consulta,
solamente le dije que me había masturbado una vez esa semana, pero supongo que
después de lo que había sucedido esos días yo ya no la miraba con los mismos
ojos, así que de algo se dio cuenta ella. Me ordeno desvestirme e ir a la
camilla. Allí empezó a examinar mis genitales, y cuando palpo mi escroto lo
tuvo claro. Empezó a abroncarme y decirme que nada de todo eso tenía sentido si
yo no ponía mi voluntad por mi parte, que si ella tenía que poner solución sería
peor. Lo siguiente me sorprendió aun más:
-¿Te has masturbado pensando en mi verdad?
-¿Cómo?
-Tengo más pacientes como tú, y sé que os empieza a dar
morbo el hecho de que yo os ordene no masturbaros, al principio os lo tomáis más
en serio, pero un día que caéis, justo os paso por la cabeza y eso os pone aun más.
Así que empezáis a masturbaros impulsivamente pensando en mí. Se os nota en la
mirada nada más entrar.
-Yo…..no sé qué decirle.
-Pues no me digas nada. Vamos a comprobar que es lo que
pasa.
La
doctora se empezó a quitar la ropa ahí misma delante de mí. Yo empecé a ponerme
de lo más nervioso, y rápidamente me di cuenta de que aunque me había
masturbado varias veces con ella, no se me ponía dura, y no tenía ese subidón
de querer follarmela que si tenía imaginándomela, pero con el porno delante
claro. Ella empezó a tocármela, suave al principio, luego escupió en ella y
empezó a masajearla y sacudirla, pero nada. Entre los nervios y que de repente
aquella mujer no me decía nada. Me fijaba en sus pechos, mas grandes y redondos
de lo que se apreciaba bajo la blusa, su pubis rasurado, incluso se inclino
hacia atrás y se toco a ver si eso me encendía, pero nada, y realmente
resultaba una mujer de lo más atractiva.
-¡¡Ves¡¡ No ganas en nada cayendo una y otra vez en tus
adicciones. Ahora mismo podrías estar teniendo sexo conmigo, pero no respetas
ni los primeros pasos de la terapia. Te quedaras solo, y como dejes pasar los
años, tu potencia sexual decrecerá y encima te costara masturbarte con tu
porno. Tengo pacientes de más de 40 que ya casi ni se les pone en erección. La
semana que viene espero mejoras reales, o tendré que tomar cartas en el asunto.
La
doctora y yo nos vestimos, y me fui de aquella consulta con la sensación de que
realmente ella se molestaba en ayudar a sus pacientes, pero si algo me hubo
preocupado más que defraudar a la doctora, era la sensación de que no me había
importado no tener sexo con ella, o de haberme preocupado de saber si podríamos
llegar a tenerlo si la terapia funcionaba.
Durante
la semana siguiente, el recuerdo de la doctora desnuda me despertó varios días,
pero mi pene no estaba erecto, sin embargo me moría de ganas de masturbarme.
Dos días antes de la consulta no pude evitar volver a masturbarme.
Al
llegar a la consulta, la doctora me mando desnudarme directamente, después me
examino y llego a la conclusión de que me había vuelto a masturbar, y no
importaba cuantas veces hubieran sido, había vuelto a caer.
-Voy a tratar de hacer algo más agresivo, para ver si eres
capaz de contenerte, para que te sea más fácil aguantar durante la semana esos
apretones que dices que te entran.
Me
llevo a la sala de donantes de esperma, y allí me mando sentar en una comoda
butaca que había en el centro, después me dio a escoger una película de entre
las que había, y después me dijo que intentara masturbarme. Ella se coloco por
detrás mío, para que no la viera a ella, y yo me empecé a concentrar en la
película. Después de un rato y mucha paciencia empecé a tener una erección.
Ella en todo momento se mantuvo callada, y espero a que yo entrara en
funcionamiento. Cuando ya estaba a punto la pregunte si podía masturbarme, a lo
que ella dijo que sí. Empecé lentamente al principio, pero no tarde en coger el
ritmo que mas me gustaba, de repente ella me cogió los brazos y los puso a
ambos lados de la butaca, después se puso delante y me empezó a masturbar lentamente.
-Quiero que sientas el deseo de querer placer, y quiero que
me veas aquí, dándotelo lentamente. Asócialo a mí, que yo soy alguien que está
aquí, y ahora, y te está dando placer.
Yo
miraba a la doctora a los ojos, y a la vez levantaba la mirada hacia la
pantalla, viendo aquella escena de porno, con los pechos de esa actriz, con las
piernas al aire, con esos grititos pidiendo más y más.
-Tienes que mirarme a mi – Se desabrocho algunos botones de
la blusa, dejando a la vista su sujetador de encaje.
-Es que así de lento, necesito… más velocidad.
Ella
subió el ritmo un poco más, yo la miraba al escote, junto los codos haciendo
que sus pechos sobresalieran… y entonces paro. Apago la pantalla y volvió a
masturbarme. Mi erección se resintió como si hubiera bajado la excitación,
entonces ella hizo algo que no esperaba, y se introdujo mi pene en su boca. Yo
me moría de ganas por correrme, pero por alguna razón notaba que mi pene ya no
quería seguir erecto, ya solo la lengua de la doctora impedía que se perdiera
la erección por completo.
-Todavía parece resultar inútil, evidentemente te has estado
saltando el tratamiento.
Se
levanto de nuevo, volvió a poner la película, y después me dijo que me
masturbara, pero cuando vio que me iba a correr me volvió a apartar las manos.
-Bien. Ahora has de quedarte quieto, no te vas a correr
hasta la semana que viene. Mírame bien, porque si la semana que viene vuelves y
te has corrido, te voy a poner esto – Y saco del bolsillo de la bata un
cinturón de castidad de plástico, con un candado- Pero te lo pondré después de
haberte hecho esto mismo. Ahora tienes la opción de hacer las cosas por ti
mismo, o sino las hare yo por ti.
Estuvo
un rato sujetándome las manos para que no pudiera tocarme, y cuando se me bajo
la erección me soltó. Después me fui a casa y lo primero que hice fue ir al
ordenador, lo encendí, pero en el último instante me lo pensé dos veces. Pensé
en la doctora haciéndome una felación y yo que no había podido correrme. Pensé
en lo que había sucedido aquella tarde y mi pene no reaccionaba como era
debido. Así que no hice nada durante toda la semana.
Así a
la semana siguiente acudí a ver a la doctora. Era la primera vez que no me
masturbaba en toda la semana, y ella se puso muy contenta al verlo, después me
llevo a la sala de donantes de esperma, y una vez allí nos desnudamos los dos.
Esta vez no me puse tan nervioso, pero si note cierto cosquilleo en mi pene. Se
lo comente a la doctora, y esta me mando sentar en la butaca, después se sentó
encima de sus piernas y pude volver a observarla en todo su esplendor. Entonces
sí que note que aquella mujer me estaba llamando, que realmente quería
correrme, y que quería que aquella mujer me tocara, y yo quería tocarla a ella.
Me empezó a tocar suavemente, y poco a poco mi pene empezó a ponerse erecto. Yo
no sabía si aquella mujer me iba a dejar penetrarla, pero cuanto mayor era mi
erección, más ganas tenia de que aquello sucediera.
-Te voy a dejar penetrarme, pero solo eso, soy tu doctora,
no una puta y quiero que sientas lo que se siente estando dentro de una mujer,
pero nada más. Quiero que me asocies como mujer a tu satisfacción sexual. Después
te hare una paja, a ver si eres capaz de correrte. Puedes tocarme si quieres,
forma parte de la estimulación así que será bueno para ti.
Se
subió encima mío, y empezó a cabalgarme, muy lentamente, pero paro cuando vio
que me sobreexcitada paro. Fue mi primera experiencia dentro de una mujer, y
aunque no llegue a correrme dentro de ella, bien cierto es que lleno un vacio
enorme dentro de mí. Después empezó a masturbarme a buen ritmo pero sin prisas,
y yo aproveche para tocarle los pechos e incluso ella me dejo lamerle sus
partes durante un rato. No dure mucho, apenas un par de minutos, pero fueron
mis primeros síntomas de mejoría en el tratamiento.
La
semana siguiente no tuve apenas necesidad de mirar porno, aunque sí que me pase
toda la semana pensando en el último encuentro con la doctora Sanz. Me ponía
mucho pensar en ella, y me levantaba por las mañanas completamente erecto.
Llego
por fin mi cita con la doctora, y esta vez le pude contar no solo que no me
había masturbado, también mis mejorías. Ella se sentó en la camilla, cruzo las
piernas y se abrió la bata en pose sexy. Me acerque a ella y la empecé a besar
el cuello, mientras que ella empezó a manosearme los genitales con la mano
abierta. Para mi sorpresa mi pene respondió con rapidez, así que ella me bajo
los pantalones y los calzoncillos, se subió la falda y me puso un condón.
-El otro día vi que aguantabas más de lo que yo pensaba, así
que te voy a dejar que me folles bien por una vez, aunque creo que ya no te
queda mucha más terapia por lo que puedo comprobar.
Yo
levantado junto a la camilla, me estaba follando a mi terapeuta, que estaba ahí
medio tumbada con las piernas bien abiertas. Todo un sueño para mí. No pude
evitar cogerla de uno de sus tobillos y subírmelo al cuello como en las
películas porno que más me gustaban. Yo la miraba y ella estaba ahí con sus
manos en sus pechos sobre la blusa, con los ojos cerrados….disfrutándolo.
Creo
que esa fue la sensación que realmente me curo, el hecho de darle ese placer,
fue realmente mi placer, y supongo que para ella también. Apenas tuve un par de
sesiones mas con ella, y en ninguna de las dos volví a tener sexo con ella,
pero me obligo a buscar otra mujer para tener sexo, y así con la tontería conseguí
tener mi primera amiga con derecho a roce, y así sigo a día de hoy, sin volver
a ver nada de porno.
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