sábado, 24 de septiembre de 2022

Dominatriz profesional

 

Era una experiencia que hacía mucho que me estaba planteando: Acudir a una dominatriz profesional. Hace años que tengo mis fantasías de dominación femenina y las ganas de tener una experiencia real habían conseguido superar mi miedo a lo que pudiese suceder en una cita de este tipo. Pero pronto me di cuenta de que conseguir una fantasía a mi gusto iba a ser muy complicado ya que cada Ama es un mundo y la mayoría te dejan claro que no hay posibilidad alguna de sexo con ellas, y yo en parte quería sentir que existía la posibilidad aunque no fuese a suceder. Mis mayores fetiches son la castidad, el tease and denial y el edging, y esa negación rotunda rompe mis fantasías. Necesito saber que el sexo puede suceder.

En un momento dado me encontré con un blog de una mujer con un contenido más bien erótico con tintes de dominación. Su nombre: Lara. En el propio blog anunciaba la posibilidad de hacer sesiones con varios tipos de prácticas de dominación erótica y me pareció que todo podría encajar muy bien para hacer realidad mis lascivos pensamientos.

Envié un primer mail para intentar realizar una primera toma de contacto, pero no recibí respuesta. Pensé que quizá habría que ser un poco insistente y volví a intentarlo. ¿Debía rendirme? ¿Simplemente no le parecí alguien adecuado para realizar una sesión? El caso es que la hice un pequeño texto erótico emulando una de las entradas de su blog, y ahí sí que empezó a contestarme. Intercambiamos algunos mails, alguna llamada de teléfono y tras un cuestionario decidió admitirme para una sesión.

Intercambiamos algunos datos que ella me exigió y concretamos que podía y que no podía suceder en el encuentro y pronto empecé a tener esa sensación temerosa de que todo estaba empezando a ser de verdad. El miedo se estaba apoderando de mí, pero la decisión estaba tomada y concretamos una cita para mis siguientes vacaciones en poco menos de un mes.

Pasando los días el miedo se disipo ante la lejanía de la cita en el tiempo, pero a las dos semanas llamaron a la puerta para entregar un paquete certificado. No tenía ni idea de que seria, pero al abrirlo el miedo me sacudió de golpe. Era una jaula de castidad de plástico con un juego de anillos para diferentes configuraciones. No paso ni un minuto cuando recibí un mensaje en el móvil:

-Tienes una hora para ponértelo y enviarme dos fotos. No hace falta que se te vea la cara, pero que se vea tu cuerpo. Quiero que te quede bien ajustado. Si no lo haces no te molestes en venir a la cita.

Me quede en shock durante un par de minutos, y todo nervioso me puse manos a la obra. Lo primero que pensé fue en masturbarme. No me podría correr en dos semanas por lo menos, pero algo dentro de mí me hizo sentir que la engañaba si lo hacía.

En la caja venían unas instrucciones y un listado de consejos para estar lo más cómodo posible con ella puesta. Me afeite ahí abajo y utilice lubricante para probarme algunas configuraciones. Cuando di con la que me pareció más adecuada me lo coloque. Puse el candado sin pensar mucho en ello hasta que oí el clic que de repente me devolvió a la realidad. Mi pene estaba encerrado y no podría quitármelo sin romper el plástico, que no sabía muy bien cómo hacerlo sin posibilidad de hacerme algún daño. La envié las fotos mostrándole el resultado y me dio el visto bueno mandándome una foto de su pierna con la llave de mi cinturón en una cadena en su tobillo. Ahora sí que de verdad estaba todo en marcha.

La jaula más que incomoda era incordio para el dia a dia. No sabía muy bien que ponerme para que no se notara mucho, sobre todo en el trabajo. Ama Lara se interesó por si todo iba bien y comenzó a enviarme fotos. En ninguna se le veía la cara que era toda una incógnita para mí, pero me mandaba fotos en lencería, con la llave entre su escote, solo con una braguitas de espaldas a cámara, de sus manos con una manicura perfecta, de su boca mordiendo la llave e incluso de una de espaldas teniendo sexo con alguien en la que se veía la llave en su tobillo. También me enviaba pequeños mensajes muy eróticos.

Los primeros días me parecieron un detalle, pero poco a poco me empezaron a resultar muy eróticos y mi abstinencia forzosa hacia que me pusieran muy cachondo, aunque eso no aplaco la sensación de pánico interno que me carcomía un poco ante lo que fuese a ser la sesión.

Pero al final el dia llego. Llegue a la puerta de la casa en la hora exacta a la que se me había citado. Ama Lara me abrió la puerta y me ofrecido entrar amablemente.

Iba vestida con un vestido largo de calle normal y zapatos normales. La verdad es que parecía una mujer normal como otra cualquiera que te pudieses cruzar por la calle, con la salvedad de que tenía una llave en una cadena en su tobillo. Su imagen de persona normal y ese trato tan agradable me tranquilizaron mucho. Una vez dentro me indico una habitación donde dejar mis cosas y mi ropa.

Una vez desnudo salí a su encuentro al salón y se levantó para observarme. Dio una vuelta alrededor mío examinándome sin decir una palabra. Yo me quede cabizbajo. Me levanto la cabeza y me miro a los ojos. La vi muy segura de sí misma. Acto seguido abrió un cajón y saco unas esposas:

-¡Manos a la espalda¡

Rápidamente puse las manos a la espalda y ella comenzó a esposarme.

-Muy bien esclavo. Aunque de ahora en adelante te voy a llamar eunuco, porque me parece que o no tienes huevos o no te los has traído contigo.

Una vez esposado me llevo al baño. Una vez allí se sentó en una silla y levanto su preciosa pierna para quitarse la cadena del tobillo y coger la llave de mi jaula. Después me hizo acercarme. Me empecé a sentir muy cachondo.

Me examino un momento y procedió a quitarme la jaula lentamente. Me miraba fijamente mientras me liberaba. Un pequeño gemido escapo de mi boca. Enseguida la sangre corrió a mi pene aunque sin llegar a ponerse completamente erecto.

Ahora con algo más de detenimiento me examinó y se dio por satisfecha:

-No te ha hecho rozaduras ni heridillas ni nada. ¡Se nota que está hecha para estar encerrada¡ - Ella se rio y yo sonreí siguiéndole el juego.

Me hizo entrar en la ducha y me mojo de arriba a abajo. Acto seguido me echo una crema de cuello para abajo. Aquello empezó a picar horrores, pero no dije nada. Después me aclaro y básicamente mi vello corporal se marchó por el desagüe. Me lavo con una esponja, con algo de dedicación especial en mis partes, aunque sin ser especialmente delicada. Aun así no pude evitar tener una erección, aunque ella ni se inmuto.

Una vez aclarado me seco un poco y me llevo de vuelta al salón y me tapo los ojos.

Me sentí muy excitado, pero al cabo de un par de minutos me sentí un poco abandonado allí. Estaba de pie en mitad del salón y aun un poco húmedo y notaba un poco de corriente de aire.

Mi excitación decreció ante la espera. Entonces la note colocándome el aro de la jaula de castidad y tras un par de manotazos dolorosos sobre mi pene este bajo su excitación y volví a notar la capucha de la jaula. Pero esta vez lo notaba diferente. Estaba aún más ajustado y frio.

Al quitarme la venda volví a la luz, y pude verla. Seguía vestida igual, y me miraba sonriente:

-Bueno eunuco, de la otra jaula igual podías escapar rompiéndola, pero con esta cualquiera se atreve.

Se rio y yo baje la mirada para ver mi pene encerrado en una jaula metálica sin candado. Tenía pequeños agujeros para dejar pasar aire, aunque su ajuste hacia que eso fuese una mera suposición. No sé si existirá alguna herramienta mecánica que pudiese romperlo sin hacerme daño. Eso sí era mucho más cómoda que la otra y me hubiese venido mejor para las dos semanas anteriores ya que abultaba lo justo.

Se acercó y puso sus brazos sobre mis hombros abrazándome la cabeza:

-Eunuco mío, como no tienes huevos para follarme es mejor dejar esa cosita encerrada. Dime, ¿Estás seguro de que no quieres tocarme? ¿De que no quieres sentirme? ¿No quieres sentir lo que es estar dentro de mí?

Se acercó hasta casi besarme y yo me prepare, pero se apartó riéndose y yo me quede mirándola sin decir nada.

-Lo que yo pensaba. ¡No tienes huevos¡ ¡Eunuco¡

En ese momento me sentí humillado, aunque excitado. Mi pene se apretó contra la jaula. Sin dejar de reírse me llevo con ella a una habitación y me dejo enfrente de unos armarios.

Saco algunas prendas femeninas y comenzó a colocármelas. La feminización era una de las prácticas que estaba dispuesto a hacer, sin ser algo que pensase en realizar de primeras. Primero me coloco un liguero de encaje negro en la cintura, para después sentarme mientras me colocaba las correspondientes medias. Lo cierto es que su suavidad y sentir mis piernas libres de pelo hizo que me excitara aún más notando la presión en la jaula. Me miraba las piernas con las medias y eso me parecía de lo más morboso. Finalmente me puso unas braguitas a juego y me levanto para ponerme en unos zapatos de tacón.

-Esto promete Eunuco. – Me dijo al oído.

Me sentó y me estuvo maquillando un rato, añadiendo una peluca. Después me levanto y me llevo a un espejo.

-¿Te gusta lo que ves?

A falta de unas buenas tetas hay que reconocer que cierta percha para mujer podría haber gastado. La imagen de primeras me pareció un poco bizarra, pero con Ama Lara acariciándome y mirándome a través del espejo aquello me resulto muy excitante, sobre todo cuando me cogió la cara y se llevó mis labios a su boca. El beso me transporto y me sentí suyo.

-¡Vamos¡ – Y me dio un cachete en el culo.

En silencio fuimos a otra habitación que en realidad era una mazmorra. Yo andaba como podía con los tacones a los que evidentemente no estoy acostumbrado, pero era sexy el sonido. Me llevo a una estructura para dejarme atado en X de pie. Paso sus uñas acariciando mi pecho al alejarse.

Y comenzó un bello espectáculo. Se quitó los zapatos y el vestido sacándolo por su cabeza. Pude ver que no llevaba nada debajo, lo cual me excito muchísimo pensando en que todo el tiempo había estado así. Gemí en silencio entre mis pensamientos.

No se detuvo a que la observara, empezó a colocarse un corsé negro de cuero, unas medias de encaje y unas botas altas que le cubrían gran parte de las medias dejando a la vista el encaje. Finalmente se puso un tanga negro y se colocó la llave de mi jaula en una cadena al cuello. Se acercó enseñándome un collar en el que ponía “EUNUCO” y me lo coloco.

-No eres muy hablador. Bueno. En realidad es lo lógico. ¡No tienes huevos para hablar¡ -Echo la mano a mi paquete y me apretó los testículos. Me puse tenso. – Unos pequeños igual si tienes. Pero creo que no son huevos. No sé qué serán. - Se dio la vuelta y me enseño su culo. - ¿No quieres tocarlo? ¿No quieres estrujarlo y darle unos cachetes?

-Si Ama. Claro que quiero.

-No te creo. Has venido aquí y casi te has puesto las esposas tu solo. Te he inmovilizado aquí y no has dicho nada. – Sus manos empezaron a jugar con mis pezones. - Antes te he dado la oportunidad de besarme y te has quedado parado como un tonto. Por no hablar de la jaula de castidad. Dime eunuco: En cuando llego la jaula y te mande el mensaje ¿te masturbaste?

-No Ama.

-Podías haberlo hecho. No te exigí ninguna condición para no hacerlo. En una hora tenías tiempo. Incluso me podías haber mentido. Haberme dicho que te tenías que ir y que no podías prepararlo todo y ponértelo en ese momento o algo así. Puede que te hubiese dado más tiempo.

-No quería engañarla Ama. Además estoy seguro de que lo habrías sabido Ama.

-No te quepa duda zalamero. ¿Cuánto hace que no te corres?

-17 días Ama

-¿Tanto? Te mande la jaula hace 14 días, y pensaba que te masturbabas todos los días.

-Me pillo que había estado liado esos días Ama.

-Aja. Y aun así te dejas meter en una jaula aún más segura. Aún más difícil escapar. ¡Está claro que no tienes huevos, porque cualquier tío en tu situación me hubiera agarrado nada más entrar para quitarme la llave, se habría quitado la jaula y me hubiese propuesto un polvo salvaje¡ Un polvo que yo encantada habría aceptado porque como has visto estaba preparada para ello. –Se hizo el silencio con su mirada lasciva y solo se oía mi respiración fuerte por la excitación. Bajo su mano y saco un poco la jaula por encima de la braguita. Mi pene presionaba contra los confines de la jaula y un hilillo de líquido pre seminal ya mojaba un poco las braguitas. – Bueno, por lo que veo el cerebro que te ha traído hasta aquí está deseando salir. Pero ahora quiero jugar.

Guardo su juguete en las braguitas, se alejó y pude oír los tacones aunque no podía verla. Cogió algo de alguna parte. Se acercó y se quedó unos segundos detrás de mí. Note la eternidad. Y de repente paso las uñas por mi espalda. No pude evitar dar un respingo. Estaba tenso y excitado. Expectante ante lo que me tuviese preparado.

-¿Tienes cosquillas?

-Pocas Ama.

-¿Con que pocas eh?

Me empezó a pasar las uñas por la espalda y desde atrás por mi vulnerable pecho, lentamente, hasta que de golpe me busco las cosillas y yo empecer a intentar evitarlo inconscientemente. Me zarandee en la estructura sin ningún éxito. Las esposas de pies y manos me obligaban a estar en X y recto. No pude evitar gritar un poco ante la tortura.

-Respira que ya paro.

Paró y abrí la boca para coger un poco de aire. En ese momento aprovecho para ponerme un arnés de bola en la boca. Ya no podía decir nada.

-Ahora ya eres mío. -Volvió a hacerme cosquillas, con la diferencia de que ahora mis gritos estaban completamente ahogados por la mordaza.

Por suerte para mí no lo hizo durar mucho, aunque paso a colocarme unas pinzas en los pezones. Dolió un poco al ponerlas, pero me hice a la idea de que cuando duelen de verdad es al quitarlas.

Y entonces se paró enfrente mío a observar el espectáculo.

-Aquí hay algo que me falta a mí. –Me miro con convencimiento- Sé que hablamos de nada de penes por el culo. Pero tengo un juguetito que te va a encantar. Te prometo que cumple lo hablado, pero va por detrás. -Trajo un pequeño masajeador de próstata, me lo mostro y lo encendió mostrándome su función de vibrador. –Te prometo que si me das tu ok te va a encantar. Si no lo quieres lo echare a un lado, pero será un poco triste.

Me puso una carita triste de pilla que me hizo gracia. No me va el tema de que me enculen y me den por detrás y se lo deje claro. Pero esto en realidad no era lo mismo. Le había dado permiso para juguetes y me había olvidado de este tipo de juguetes. Dude de si decir que si o que no. Ella reacciono rápido a mis dudas acercándose muy sensualmente.

-Oye eunuco, a mí me gustaría mucho que me dejases jugar un rato con esto. – Me acariciaba con las uñas haciendo que mi pene doliese contra la jaula. -¿No te gustaría tenerme contenta?

Me quede quieto ante el temor de que esto arrancara con una cosa y acabara con un arnés en mi culo. Pero mi excitación me empujaba a querer probarlo. Siempre escuche que los orgasmos así son tremendos. Ella notaba perfectamente mi dilema.

-Tu polla me pertenece eunuco, tienes que tomar una decisión. – acerco su bello rostro a mi mientras metía una mano en mis braguitas y acariciaba mi huevos con las uñas.

Aquello termino de romperme, y zarandee mi cabeza de arriba abajo indicándole que si.

-Muy bien. Sera divertido.

Se alejó a ponerle un condón, me bajo las braguitas y procedió a ponerme el masajeador lentamente mientras me pedía relajación. Costo un poco pero al final consiguió meterlo y lo encendió, haciéndome tensar de nuevo. También me masajeaba el perineo. Volvió enfrente de mí y observo que mi pene no estaba luchando contra la jaula.

-No te concentres en lo que tienes detrás eunuco. Recuerda que estoy aquí.

Se bajó un segundo hacia mi pene y sacando la llave de su escote lo libero sacando la capucha aunque dejando el aro. El toque de su mano y la sensación de libertad hicieron que reaccionara un poco, y el resto lo hizo ella haciendo amagos de llevarse mi pene a su boca. La sensación de excitación era brutal y pensé que me correría casi con un roce del aire.

Dio dos pasos atrás y observo su victoria. Yo la miraba suplicante mientras me miraba enorgullecida, con el pene en alto goteando líquido y con el sonido de vibrador de fondo.

Entonces acerco una butaca se quitó el tanga y se sentó delante a masturbarse y tocarse enfrente mío.

-¿Te gustaría esto? ¿Estar dentro de mí?

Yo zarandee mi cabeza de arriba abajo nuevamente y farfulle lo que pude con la mordaza. Apagó el vibrador y trajo un pene más o menos de mi tamaño y comenzó a jugar con él.

-Uhhh…. Ahhhh. ¿Sabes? Una polla como la tuya no esta tan mal. Es una lástima que prefieras no usarla. Me hubiese gustado que tuvieses huevos para follarme.

Siguió masturbándose y jugando con ella delante de mí. Me humillaba con sus palabras. Mi pene no podía estar más duro y yo intentaba decirla que si quería follarmela, pero no se me entendía nada.

Al cabo de unos minutos se levantó con las manos empapadas de sus líquidos y se me acerco.

-Mira mis manos. Huélelas. – Me las enseño y me las acerco.- ¿Te gustaría que te masturbara con ellas? ¿Una buena paja lubricada?

Grite si, y empecé a suplicar con la mordaza. Me moría porque me masturbara. Pero es que me moría por tocarla también. Por saborearla. Por darla placer hasta que me rogara ella que parase. Era completamente suyo.

-No has hecho nada por mi eunuco. El vibrador al final es para ti. Quiero que hagas algo por mí.

Liberó mis brazos y hábilmente me obligo a mantenerlos detrás para esposarlos de nuevo, me saco de la estructura y me arrodillo frente a la butaca donde se sentó separando las piernas y dejándome su sexo a mi alcance. Me quito la mordaza y no hizo falta decir nada. Mi tremenda hambre ya convertida en ansia saco una carcajada de Ama Lara.

Luche por sacarle un orgasmo tras otro ni se la cantidad de tiempo. Puede que fuesen unos pocos minutos o quizás media hora. Se me paso volado. Lo que me quedo claro es que le gustaba lo que hacía y como lo hacía.

Finalmente aparto mi cabeza y se rio al ver mi aspecto con todo el maquillaje corrido. Me llevo a una camilla y procedió a inmovilizarme en ella colocando mis piernas en unos estribos. Se acercó una bandeja de instrumental quirúrgico y comenzó a jugar.

-Te diré una cosa eunuco. No tienes huevos. Pero no está mal como te defiendes con esa boca. Me tienes contenta, o sea que creo que voy a empezar a jugar con tu polla.

Mi pene ahora mismo estaba relajado, después de ese rato comiendo de su fruta me había olvidado de mis necesidades.

Comenzó echando un poco de lubricante sobre mi glande y pronto empezó a jugar con todo el pene. Después del trajín de todo el dia empezaba a estar cansado y la reacción no fue instantánea, pero acabó siendo contundente.

Una vez alcanzada una buena erección puso un arnés en mis testículos para alejarlos de mi cuerpo y una goma fuerte en la base del pene. Volvió a ponerme lubricante y empezó a masturbarme. La goma y el arnés hicieron buen efecto, ya que pensé que no aguantaría nada, pero en cambio tenía algunos problemas para llegar al orgasmo, eso a pesar de la maestría de las manos de Ama Lara. Me practicaba una especie de masaje lingam que no me permitía llegar al orgasmo, y de vez en cuando me masturbaba para acabar soltándolo de golpe y dejar mi pene al aire al borde del orgasmo. Era toda una tortura, pero a su vez un placer indescriptible. Para volverse loco.

Al cabo de un rato paro, y saco unas varillas de la mesa de instrumental médico. Eran unas sondas uretrales. Empezó con una pequeña. Muy lentamente. Nunca lo había probado y era algo que estaba como opcional. La sensación era muy rara. Tampoco se decir si buena o si mala. Continúo con otra más grande. El orificio se iba haciendo más grande.

Me masturbó un poco con la sonda dentro. Lentamente. Mirándome a los ojos buscando mis reacciones. Saco una varilla más. La sensación era de estar lleno por dentro. Ella la metía y la sacaba como masturbándome. Follandome la polla con ella.

Y volvió al lingam. Masajeando mi glande, mi pene, mis testículos. Volvió a encender el vibrador. Estaba perdido en un auténtico mar de sensaciones. Una tortura perfecta. Y cuando la miraba era aún peor. La veía disfrutar y con esa cara de malicia que no podía evitar poner en ciertos momentos. Dejándome en el borde varias veces.

Saco la varilla y me quito la goma y el arnés. Volvió a trazar sus uñas hacia mi pene y suplique como pude con la mordaza entre las lágrimas que hacía rato se me caían ante el esfuerzo. Su mano llego hasta mi pene y volvió a masturbarme lentamente.

-Me estoy divirtiendo mucho contigo eunuco. Eres un tío sin huevos y me encanta putearte. Es más, hay una cosa que me encantaría hacerte. Sé que ahora mismo es lo último que quieres, pero la sola idea me parece tan divertida…

Mire su cara de mala. Se pasaba la lengua por los labios, relamiéndose ante su presa.

-Creo que un orgasmo arruinado es un gran final para esta sesión.

Poco a poco empezó a subir el ritmo mientras yo intentaba suplicar desde la mordaza. De repente cambio a un ritmo muy fuerte y coloco su mano delante de mi pene. Cerré los ojos esperando el infeliz desenlace.

Estalle en un orgasmo brutal, chorro tras chorro. No sé lo que duro. Nunca había sentido una fuerza tan descomunal. Me sentí vaciado y aliviado. Al final me había dado mi orgasmo. Ama Lara me quito la mordaza y tomé aire. Respiré hondo.

-Aún no hemos acabado.

Me acerco la mano llena de semen y en ese momento, con la cabeza más fría no me apetecía hacerlo. Pero estaba en las opciones así que hice de tripas para dentro y lamí su mano hasta dejarla limpia.

Una vez realizado mi trabajo pude observar su linda sonrisa feliz. En ese momento sentí cierto amor por ella.

-Ahora ayúdame. Vamos a quitarnos esto y vamos a la ducha.

Me libero y nos quitamos los atuendos. Acto seguido me cogió de la mano y me llevo a la ducha. Allí me hizo devolverle el favor de la ducha que ella me había dado antes. La enjabone, la aclare y la limpie. A pesar de haberme vaciado hacía pocos minutos empecé a notar el calentón otra vez. Salimos de la ducha  los dos limpios y ella me hizo secarla.

-Me gustan tus manos. Tienen fuerza y buen tacto. A ver qué tal se te dan los masajes.

Me llevo a la habitación y se tumbó en la cama. La empecé a masajear y vi que le gustaba. Cuando di el masaje por finalizado se dio la vuelta y me empezó a besar. Por fin tenía las manos libres para recorrerla toda enterita y eso hice. Besos, caricias y piropos de lo sexy que es.

De repente hizo una maniobra, se puso encima y saco su carácter dominante. Me cogió de los brazos y le echó para atrás.

-Recuerda quien es tu dueña.

Entonces por sorpresa me di cuenta de que me había esposado al cabecero de la cama. Otra vez estaba a su merced, aunque esta vez la cosa cambiaba un poco. Se bajó abajo y comenzó a lamerme el pene. Se la metía y se la sacaba. Notaba su lengua jugar con mi frenillo. Llego un punto en que me veía que me iba a correr y se lo hice saber. Otra vez estaba al borde cuando paro.

Saco de la mesilla un condón, y me lo puso con la boca. Verla hacerlo y sentir ese calor de nuevo me volvió loco. Entonces se subió encima y se la metió, pero se quedó quieta.

-Jajaja, oye eunuco. Otra vez me demuestras que no tienes huevos. Me podías haber follado. Pero te has vuelto a dejar atrapar antes de echarme un polvo. Incluso te podías haber corrido en mi boca. ¡En la boca de tu Ama¡ Porque ya soy tu Ama. ¡Y lo sabes¡ Por eso no lo hiciste. De ahora a la eternidad soy la dueña de tus fantasías.

Se fue de nuevo a la ducha y me dejo ahí. Cuando regreso lo hizo con el cinturón de castidad de metal.

-¿Qué tal si arreglamos otra cita para más adelante?